23.8.07

Un desayuno de porro

Hoy amanecía “clavada”.Respiro profundo y no se me inundan los ojos de lágrimas, pero tampoco tengo tantas ganas de sonreír.
La mujer que trabaja a escasos metros de i escritorio, está embarazada de un saquito sin producto, la espera no tiene latidos, por lo tanto no tiene vida, pero sigue estando dentro. Gestándose.
Frente a mi, y hacia mí, otro ser se seca frente a su horrorosa PC. Discute con la vida toda su existencia y se lamenta hasta por lo ilamentable. Grita, se humilla y se retuerce sin que nadie la pueda detener. Ella sola busca su muerte, esculpe sus arrugas y provoca el pronto estallido de su cabeza.
Tras de mi otra existencia, entregada a la lucha por un sueño neurótico la ha cegado de su realidad, de su aquí y ahora. Mira con prisa sin detenerse a profundizar en nada. Solo maquila y a su paso deja el cuerpo y el alma al cuidado del paso. El balance de la felicidad no es lo que busca. Tampoco parece tener tan claro eso que soñó, eso que busca.
Más allá, apartada de la cotidianidad, en un espacio ficticio se encuentra quien maquila todo, encerrada en u protocolo de autosuficiencia donde nada funcionaría sin la labor de los demás. Pero haciendo tangible el cuidado ante los ojos ajenos, es que se comprueba una vez más la teoría del amo y el esclavo ¿Quién es el amo y quien el esclavo?
Y uno pasa todo el día rodeado de varios que lo único que hacen, es estar solos. Todos solos creamos un ambiente en común. Es extraño, pero ya no sé si esto no es lo real.

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