29.2.08

Máquina de lavado, fiesta de olor!


Después de aplicar la famosísima de:
“Llevo un mes, con el mismo pantalón ¿Y qué?, llevo un mes, sin dinero para el reventón…”
Mi mente ya solo puede concentrarse en que mañana será sábado y que pase lo que pase, será día de lavado.
Siempre he tenido curiosidad por ver el color del que sale el agua de la lavadora luego de meter una carga choncha de ropita de la niña.
Pero en fin, se que una ves que se cubre el ciclo de lavado, toda mi ropa sale limpia, porque la pura verdad es que si hay algo pa lo que na mas no soy nada ecologista, es para eso de los detergentes.
Si, si, ya se que son una puta mierda y que hacen caca al ecosistema acuático de los ríos donde esta agua desembocan, y luego eso llega al mar y… ¿Ya he hablado alguna vez de la fobia que le tengo a los tiburones, ballenas y hasta delfines?
Pues si, cada que meto ropa, así sea del grupo de las cosas meramente blancas, como de las de colores varios o bien, las oscuritas carinegras o directamente negras, además de merlas con una buena dosis de detergente alto en espuma, especializado en su color y tipo de ropa, le pongo doble carga de suavizante (me deprimen las toallas secas y tiesas) y un par de tapitas de ese quitamanchas que huele como a amoniaco. Además de poner un par de tapitas de ese quitamanchas con olor a amoniaco.
Mmmm!
Me encanta el olor que queda en el cuarto donde se seca la ropa, queda como una espesa bruma de olor a eso que en los comerciales llaman “limpio” y que no es más que la viva mezcla de todos los olores falsos de todas las cosas que le acabo de meter a la lavadora.
Soy incapaz de poner a secar al sol directo la ropa, según una teoría elucubrada hace miles de años en mi cabecita, el sol deja un olor extraño en la ropa y no, n ama son me gusta, además de que también (bajo esta misma teoría), el sol nulifica todos los poderes del suavizante… y entonces da lo mismo haber invertido tanto tiempo y tanta madre de productos, pa que todo quede como lijita!
No sé, se nota que anhelo esa sensación de ropa limpia. Tengo ya un catálogo de posible salvadoras, y aun estoy en la disyuntiva de si esta vez me haré o no con una que además tenga incorporada la secadora… na mas para las sábanas y las toallas, que el resto de las cosas se encogen y me pone de pésimo humor!
Parte del destierro es la pérdida de los olores. Aunque es absurdo pensar que tus olores, son perfumes fabricados en laboratorios de cosmética de detergentes.
Ou, ou!
Creo que en esta nueva etapa de lavado, deberé ser mas “valiente” y atreverme a usar nuevos detergentes y nuevos olores en ellos, aventurarme en otras marcas que no sean las de siempre, y quien quieta, y hasta encontrar otras formas de lavado y de poder llegar, mentalmente a esa misma sensación de ropa limpia que hoy, tanto anhelo.

No es por tí, es por mí. Y así me la aplicaron!

Para leer este post, es importante escuchar, de menos en la memoria, esa canción de Botellita de Jerez que entre otras frases célebres, resa así. "... Mi novia me dejó por otro tonto..."
Le estoy pegando por debajo a los 30 y na mas no, o se me murió una parte (grande) del cerebro, o será que simplemente soy una descerebrada.
Pero entre que mi situación actual es muy reciente y que mi autoestima quedó más jodida que el problema del hambre en Africa, y que este reencuentro con el ser como un ente en soledad, esta siendo sorpresivamente distinto a lo que me acordaba que era…
Pues no me queda más que otra ves, volver a autoapapacharme las obsesiones nerviosas y compulsivas que me dan con respecto a cosas muy puntuales en la vida.
Pa todo hay etapas, pero desde que tengo uso de razón, cada vez que tuve un sentimiento de pérdida, una voz con acento me decía:
-No llores, ¡no es para tanto!-
Y en automático, las ganas tremendas de llorar se entumecían y me quedaba lo más de piedra posible, pero siempre sin que se notara el dolor que se pudiera estar sintiendo por dentro.
Así fue una y otra ves, cada vez que nos tuvimos que despedir de abuelos en algún aeropuerto (no olvidar que lo abuelos siempre son el símbolo más cercano de muerte, que todos tenemos desde que nacemos, y los míos siempre han vivido en otras latitudes, así que el miedo a que esa fuera la última ves que los vería, es un sentimiento recurrente en mi vida), cada que nos cambiamos de país, ciudad o de casa, cada último día de clases en ese colegio, y también, cada que se murió o perdió una mascota.
Esa voz, esa orden:
-No llores, no es para tanto-
Si, si, nunca nada era lo suficientemente rudo, como para que valiera la pena llorarlo, así dije mil veces adiós sin saber si era un hasta pronto o un hasta nunca, así se separaron mis padres, se murieron seres queridos, se perdieron mascotas, se rompieron juguetes, o simplemente, me caí.
Sin llorar.
Cada miedo, temor o simple escalofrío, hubo que ocultarlo, na mas no se puede llorar.
Hoy empiezo a creer que por eso soy estreñida, ¿Será que todo tipo de mierda entendí que me la tenía que guardar?
Hasta ahora, nunca había llorado por nadie, en general, el único tipo de llanto que me permito, es el que surge por coraje, por incomprensión o incompetencia, el de la puta frustración, pero nunca, el de adentro, el que surge del lado vulnerable.
Ahora, muy a reserva de lo que me gustaría, estoy aprendiendo a llorar por lo que duele, por lo que hoy me duele. Y no mamar!
Estoy tomando un chingo de agua porque pa como voy, si no lo hago así, me cae que me voy a deshidratar!
Pero lo mejor, es que dentro de toda la tristeza, dolor, soledad o negación e incomprensión por lo sucedido, se siente rico aprender a llorar sin parar, durante cada instante que se te antoje, así sea sin motivo aparente.
Ya sé que este post esta insípido, gris y poco sabroso, peor tenía que sacar, como llanto un poco de este nuevo aprendizaje, y de esta horrible sensación, que me queda claro, el día menos pensado va a pasar, y si no la aprovecho, luego va a ser otra cosa más por la cual llorar.
Desde hace tres semanas, no hay quien no me cuente una historia por lo menos, de cuando a ella, le rompieron el corazón.
Es bueno escuchar a los demás, y con cada uno subrayar, que no se es único, y que no hay nada más vulgar, que lo que hoy estoy sintiendo.
Ah! Pero que bruto, que tarde que lo vine a vivir!
No se supone que el sentir que te “mueres de amor” es algo que se vive en la adolescencia?
¿Qué chingados estaba haciendo yo, jugando a sonreír entre noviecillos nobles, mientras lo que tenía que hacer, era a prender a caer con gracia y caer de pie?
¿Cómo chingados me apapaché este miedo al sufrimiento hasta ahora?
¿Será que mientras más grande mas duele, o será al revés?
Ya más de alguien me ha dicho, que soy muy afortunada de poder darme el lujo de sentir esta tristeza, y no lo sé, puede ser que sí, porque cuando así lo pienso, invariablemente acabo por sonreír.
Creo que como todo sueño, este terminó. Y está cabrón sentir que después de tres años de flotar en una espuma de algo increíble, ahora me siento cambiada por una rebanada de pan bimbo, en la mano zurda de quien me niega un beso para después regalarme una despedida.
Voy de camino al reinvento, estoy buscando una brújula. El frío del invierno está terminando y la primavera traiciona a cualquier depresión, incluso, a la mas insegura ellas.


Apartir de ahora, el postear deberá ser otra ves algo divertido, y no un desahogo tan íntimo.
Pero ¡Mfff!
(Respiro profundo)
Creo que es así, tal cual, como lo necesitaba.
Ahora lloraré y reiré, pero ya no lo diré.
Si alguien tiene un patrocinio de Kleenex, se puede mochar, que la vida está dura y el uso de estos anda en incremento.