En los últimos meses a las orquídeas les ha dado, más que por susurrar, gritar!
Y con esto Zas! que me aturdieron y bueno, ya de postear ni hablamos.
Pero tal parece que con estos pinches fríos que se han venido dando en estas últimas semanas, las orquídeas se congelaron y ya le bajaron a su rock.
Así que ahora han vuelto a susurrar aunque sea un puro tiriteo de -ñññññññ ñiñiñiñi ññññññ-.
Pero ya el orden comienza a tomar lugar en mi cabeza, el eco de esos gritos agudos, como de niñas fresas y sobre excitadas en antro de Interlomas después de la 2da cuba, se ha ido disipando.
Pero ya el orden comienza a tomar lugar en mi cabeza, el eco de esos gritos agudos, como de niñas fresas y sobre excitadas en antro de Interlomas después de la 2da cuba, se ha ido disipando.
Las mañanas ya comienzan a ser rutina, y el placer de conquistar todo el ancho de la cama cada noche, es una provocación sensata a la sonrisa.
La soledad ya no asusta, acompaña.
El otro yo no es siempre invitado a quedarse a cenar y la misericordia de lo que se anhela, como de lo que se siente perdido, ya no son motivo de lágrimas, sino más bien de risas burlonas por seguir queriendo embonar en el cuerpo del desdichado.
Poco a poco la adaptación me ha llevado a manchar de café hirviendo las paredes blancas, como mis brazos y la parte exterior de la taza… es que nada mas no acabo de agarrarle el modo a la cafetera. La misma cafetera de siempre.
Los olores son los propios, los de un desayuno de hace dos días sin enjuagar los platos, la peste que deja esa pinche marca de papel de baño perfumada, nada mas de colocar el rollo en el dispensador, Las flores de los floreros improvisados, la fritanga que se cuela por la ventana desde la lonchería de abajo, el olor a máquina caliente que provocan el secador y la plancha de pelo.
Extraño tener lavadora ja ja ja
Admiro la autonomía con la que aparecen y desaparecen las cosas, las ideas, los proyectos, las sonrisas y las visitas en esta nueva era.
No puedo voltear mucho, porque me da tortícolis, así que pareciera que estoy aprendiendo a vivir en un ángulo de poco más de 180°, pero dónde el margen de visión alcanza, según su conveniencia, un poco más para un lado y luego, a discreción, para el otro.
Hoy hay mucho viento, hace frío y está nublado.
El conteo de muertos por temas oscuros en este país, está alarmante, y el perfume que deja la crisis mundial, en casi cualquier conversación, es muy perceptible.
Pero la verdad, es que lo único que quiero es ponerme un vestido de holanes y unos tenis bien cómodos, y bailar y bailar por el parque mientras me chingo un elote.
Pero la verdad, es que lo único que quiero es ponerme un vestido de holanes y unos tenis bien cómodos, y bailar y bailar por el parque mientras me chingo un elote.
Ya sé, he perdido todo sentido de romanticismo, he perdido la coherencia de quien quiere contar algo y para colmo, he perdido un poco de pudor sobre todo eso que no se debe saber de uno…
Pero hace frío y las ganas de cosas raras inundan a las ideas.