Un saxofonista va caminando. Las sombras son largas y se distorsionan en su camino.
El balcón está cerrado, y dentro, ella está dormida.
El tiempo pasó. Las manecillas nunca se detuvieron. Un sonido acompañaba a la soledad en la calle.
No era un ojo, no era un labio.
Era todo y no era nada. Era un sueño.
¿Dónde está lo desleal?
… Ella despertó.
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